Me encanta mi trabajo. Pero la pereza que siento en cuanto a algunos detalles del mundo IT y sus profesionales es inversamente proporcional a las ganas que tengo de que me vaya mal en la vida.
Lo primero de todo, tengo que reconocer que no me obsesiona el sector IT como tal. Lo sé, es una manera curiosa de comenzar un artículo teniendo en cuenta que me dedico al diseño y al desarrollo web. Hay profesionales que solo saben hablar de su profesión, de tecnologías, de lenguajes, de frameworks y del último grito en equipos a la última, o en componentes revolucionarios, o en periféricos absurdamente caros.
Siento no dar el perfil. Me encanta mi trabajo. Disfruto ideando y desarrollando webs, buscando soluciones personalizadas para cada cliente y encontrando la mejor manera de plasmar lo que necesitan. Para mí, la satisfacción de ver un trabajo bien hecho y que el cliente lo valore es lo que marca la diferencia. Pero, cuando termino mi jornada, desconecto y prefiero dedicar mi tiempo a otras cosas que me enriquecen de maneras distintas.
Hacía la anterior introducción por aquello de ponerse un poco en situación, y recordar el mundo en el que vivimos. A nivel estrictamente laboral, creo que en los últimos tiempos se percibe algo que, en mi opinión, da mucho que pensar. No tengo la suficiente experiencia como para valorar el ambiente IT con una perspectiva tan ampliamente sociológica que me permita realizar un estudio o una tesis elaborada, pero tampoco lo pretendo. Lo que sí tengo que aceptar es que me inquieta lo que, en ocasiones, observo. Hablo sobre el terreno puramente laboral. O quizá estaría mejor expresado si me refiero a ello como «el acceso». La llegada al trabajo, las ofertas, las contrataciones, las entrevistas.
¿Qué está ocurriendo con las ofertas de empleo en IT?
En el sector IT se observa una tendencia. Hay que decirlo claramente: peligrosa. Muy peligrosa. Repito, a riesgo de parecer pesado: el sector IT está tomando un rumbo peligroso. Hace unos años, para comenzar en una empresa tecnológica y aprender lo necesario, se valoraban fundamentalmente dos cosas: la titulación y las ganas). Ya lo escribió Bob Dylan allá por 1963: los tiempos están cambiando. Un visionario. Basta con echar un vistazo rápido a las ofertas laborales para desarrolladores junior. Nos encontramos con un cúmulo de indignaciones y sorpresas. Aunque es cierto que cada vez sorprende menos.
No es raro encontrar descripciones que solicitan conocimientos de un full stack, experiencia con una docena de tecnologías diferentes y hasta habilidades de gestión de proyectos, pero a cambio, lo que ofrecen es un sueldo de becario. No sé yo —y esto daría para muchos artículos más— si RR.HH. se ha subido a la parra, o, simplemente, si el desconocimiento del sector desde los ámbitos ajenos al sector es lo que propicia la deriva. La situación roza el absurdo. ¿Cómo puede una persona recién llegada cumplir con todas esas expectativas? Y, más importante aún, ¿cómo esperan que los/as profesionales crezcan y se desarrollen si no tienen la oportunidad de empezar? Da la sensación, en ocasiones, de que quienes se encargan de confeccionar la marabunta de requisitos no son demasiado cercanos al terreno en el que se están moviendo. Eso, o entramos ya en términos de abuso.
Oferta: programador júnior de x lenguaje
— the woman. (@patricia122014) August 1, 2023
Experiencia necesaria con x lenguaje: 6 años
Parece un chiste, pero no, es una oferta que acabo de leer. Estás tú que tengo experiencia de 6 años en un lenguaje y voy a entrar con sueldo de júnior, venga, hasta luego
¿Perdiendo el norte?
¿Es mi impresión, o se ha perdido el norte? Las exigencias no solo frustran a quienes están comenzando su carrera profesional, sino que también envían un mensaje equivocado: “Si no encajas en este perfil, es imposible. No tienes sitio aquí”. Y eso no es verdad, porque no es real.
En mi opinión, este tipo de ofertas laborales no hacen más que desmotivar y crear un ambiente tóxico en el que se desvaloriza el talento emergente. ¿De verdad nadie se ha dado cuenta de que lo único que se está logrando con estas políticas es quemar a personas que están tratando de abrirse camino? El sector IT no va precisamente sobrado de humildad y cercanía, y estas prácticas no hacen más que empeorar las cosas.
He encontrado una oferta buscando diseñador/a UX/UI donde piden los siguientes requisitos.
— Desiré 🙌 (@helleworld_) July 24, 2021
¿Qué opináis? pic.twitter.com/5DAfpVdB6r
Bueno, visto que últimamente los tweets sobre informática interesan, voy a explicar por encima un problema generalizado en campos como la tecnología o ciencia. Los @JobsMierda.
— Secreto Game Zone (@secreto_gz) May 7, 2019
He cogido una oferta de hoy (de estas hay decenas cada día para cada ciudad). #Hilo 👇🏽 pic.twitter.com/G5QlO4Jw0y
La realidad para los desarrolladores junior
Para muchos desarrolladores/as junior, especialmente quienes no viven en grandes ciudades tecnológicas, el acceso a las oportunidades es casi una misión imposible. A pesar de tener una buena formación, ganas y capacidad para aprender, se encuentran con un mercado laboral cerrado y lleno de trabas. Esta deriva del sector hace que muchos opten por cambiar de carrera o trabajar en cualquier otra cosa, abandonando sus sueños de convertirse en desarrolladores.
Y así se pierde talento, se pierde innovación y, lo que es peor, se pierde humanidad. Porque detrás de cada «desarrollador junior» que no consigue entrar en el mercado, hay una persona que solo buscaba una oportunidad para demostrar su valía.
La visión desde dentro: ¿qué se podría hacer?
No pretendo tener la solución mágica a este problema. No la tengo, de hecho. Casi que ni siquiera tengo la capacidad como para proponer opciones o alternativas. Pero lo que es evidente es que algo tiene que cambiar. Si las empresas quieren atraer a los mejores talentos, deberían reconsiderar sus expectativas y ser más realistas con lo que pueden exigir a un perfil junior. En lugar de buscar al candidato perfecto, que sea experto en todo, ¿por qué no apostar por quienes tienen potencial y ganas de aprender?
A fin de cuentas, las ganas y la actitud siguen siendo tan importantes como siempre. Y no podemos permitir que el sector IT pierda esa esencia, porque es lo que realmente hace que avance.
Conclusión: ¿hacia dónde va el sector IT?
En resumen, esta deriva del sector IT no solo afecta a los nuevos profesionales, sino que pone en riesgo el futuro del propio sector. Necesitamos más oportunidades reales para quienes están empezando, menos requisitos irreales y más humanidad en las ofertas de trabajo.
Porque, al final, lo que importa no es la cantidad de frameworks que sepas usar, sino lo que puedes llegar a aportar a largo plazo si se te da la oportunidad adecuada.