Montar una web es un paso emocionante para cualquier pyme o autónomo. Es como abrir la persiana de un nuevo local: quieres que todo el mundo vea lo que ofreces y que tu negocio empiece a rodar en Internet. Sin embargo, en la vorágine de ese entusiasmo inicial se suelen cometer errores que, lejos de ser detalles menores, terminan lastrando el proyecto desde su nacimiento. Desde webs que parecen abandonadas a páginas que tardan una eternidad en cargar, estos fallos generan desconfianza en los visitantes y hacen que tu inversión no dé los frutos que pensabas que iba a dar.
Este artículo está pensado para ti, que quizás no cuentas con grandes recursos para contratar servicios profesionales desde el principio, pero que quieres entender cuáles son los tropiezos más habituales y cómo evitarlos. La buena noticia es que muchos de estos errores tienen solución, y, al corregirlos, tu web puede convertirse —porque así debería ser— en el motor de tu negocio.
- 1. Pensar que una web es solo un puro escaparate estático
- 2. Descuidar la primera impresión
- 3. No pensar en móviles: un error que termina por costar caro
- 4. Ignorar la velocidad de carga
- 5. No transmitir confianza suficiente
- 6. Creer que la web se vende sola (ausencia de estrategia)
- Tu web debe ser un activo, no un lastre
1. Pensar que una web es solo un puro escaparate estático
Muchas pymes y autónomos se lanzan a crear su página web con la idea de que va a ser como una especie de tarjeta de visita online. Suben un logo, un par de fotos y un texto genérico de ‘quiénes somos’, y con eso ya creen que está hecho. Pero Internet no funciona así, porque una web no es un cartel pegado en la pared. Una web es una herramienta dinámica que puede atraer clientes, generar confianza y crear oportunidades. Y si está bien hecha, es la herramienta más valiosa y poderosa que puede tener cualquier empresa.
El error aquí no es tanto la falta de diseño, sino la mentalidad. Cuando una web se concibe como algo, digamos, estático, se queda pronto obsoleta. Los usuarios/as quieren información fresca y habitual, contenido útil, actualizaciones que demuestren que detrás hay un negocio vivo, que se mueve, que genera cosas. Una web que lleva años sin cambiar transmite dejadez, por mucho que el negocio funcione a todo tren. Son muy excepcionales los casos en los que empresas con webs anticuadas, mal hechas o que dan problemas generan buenos resultados. Son raras avis.
La solución pasa por entender la web como un espacio vivo y en movimiento: añadir artículos, noticias, promociones o casos de éxito de clientes. Aunque no tengas tiempo para actualizar cada semana, sí puedes marcar una rutina mínima para demostrar que tu negocio no se detiene.
2. Descuidar la primera impresión
Imagina que entras en una tienda física, y ves que tiene luces fundidas, los productos mal colocados en las estanterías, descolocados y caídos, que está todo lleno de polvo y parece que hace años que nadie pasa una mopa o friega, que el dependiente ni siquiera ha sido capaz de darte los buenos días al entrar por la puerta… De buenas a primeras, sin pensar mucho en la pregunta, responde con rapidez: ¿comprarías allí? Ya te lo digo yo: con toda probabilidad no. Pues lo mismo ocurre con una web. Si la primera impresión es negativa, los usuarios/as se van en segundos. En menos tiempo de lo que crees.
Muchas empresas caen en la trampa de pensar que cualquier diseño sirve, o que vale con instalar una plantilla gratuita sin personalizarla más allá de los colores, el logo y algunos textos. El problema es que un diseño pobre transmite poca profesionalidad, incluso aunque el servicio sea excelente. Además, si la navegación no es clara, el usuario/a se frustra y abandona. Por no hablar de la organización de contenidos, o del fondo del mensaje que se pretende transmitir.
Invertir en diseño —no solamente entendido como algo estrictamente estético— no siempre significa gastar una fortuna. A veces basta con cuidar los colores, elegir tipografías adecuadas, utilizar buenas imágenes y estructurar bien la información. Una web limpia y fácil de navegar transmite más confianza que, por ejemplo, una llena de distracciones visuales.
3. No pensar en móviles: un error que termina por costar caro
Hoy en día, más del 70% de las visitas a webs de pymes se hacen desde el móvil. Y, aun así, todavía hay empresas que diseñan sus páginas solo para ordenador. El resultado: textos que no se leen, botones diminutos imposibles de pulsar y visitas que huyen con frustración.
No tener una web adaptada a móviles no es solo un tema estético, es algo que afecta directamente, y con profundidad, al negocio. Google penaliza a las páginas que no son responsive, lo que significa que perderás posiciones en buscadores y, por tanto, clientela potencial.
La solución pasa por revisar tu web en distintos dispositivos de manera exhaustiva, y asegurarte de que todo se ve correctamente. El menú debe ser fácil de desplegar, los textos deben ser legibles sin hacer zoom, y los botones tienen que poder pulsarse cómodamente.
4. Ignorar la velocidad de carga
Pocas cosas generan más abandono que una web lenta. Cuando un visitante tiene que esperar más de 3 segundos a que cargue tu página, lo más probable es que se marche. Y lo peor es que ni siquiera sabrás que estuvo allí, porque no llegará a ver tu contenido. Y, además, con total seguridad, se marchará para no volver.
Muchas pymes no se dan cuenta de este problema porque revisan su web desde la oficina, con buena conexión, y todo parece funcionar. Pero hay que pensar en clientes/as que puedan acceder desde condiciones más acotadas, móviles con datos limitados, conexiones más lentas… y ahí es donde se sufre. Y todo esto hay que probarlo y tenerlo en cuenta.
Optimizar la velocidad no siempre es complejo: elegir un hosting de calidad, tener mucho cuidado con las dimensiones y el formato de las imágenes y, si los hay, los vídeos, revisar que no haya plugins innecesarios o, directamente, no contar con plugins que ralentizan de por sí o que se optimizan peor (siempre hay una alternativa mejor), ya marca una gran diferencia. La velocidad no es un lujo técnico, es una necesidad para que tu web funcione.
5. No transmitir confianza suficiente
Una web es, en muchos casos, el primer contacto entre un cliente/a y un negocio. Si en esa visita inicial no logras transmitir confianza, difícilmente habrá una segunda oportunidad. ¿Y qué transmite confianza? Los pequeños detalles. Mostrar tus datos de contacto de forma clara, incluir testimonios reales contrastables, ofrecer información transparente sobre tus servicios, usar un certificado SSL para que aparezca el candado de seguridad en el navegador, mostrar métodos de pago fiables en las tiendas online…
El error más común es tener páginas sin información de contacto, sin páginas legales claras o o que no reflejen la realidad del negocio (¿copias de otras webs? ¡No!), o con formularios que parecen abandonados a su suerte o que, sencillamente, no funcionan. En un entorno donde los fraudes online existen y están a la orden del día, cada detalle que aporte transparencia cuenta muchísimo.
Para una pyme o autónomo, la confianza es su mayor activo. Y en la web se construye con claridad, cercanía y pruebas de que tu negocio es real y está activo.
6. Creer que la web se vende sola (ausencia de estrategia)
El último gran error, pero no el menos importante, es pensar que es suficiente con publicar la web y que, como por arte de magia, empezarán a llegar los clientes. Nada más lejos de la realidad. Publicar una web sin una estrategia de visibilidad detrás es como si abrimos un bar en mitad de la tundra siberiana: va a ser raro que alguien pase por allí.
Esto no significa que tengas que invertir miles de euros en campañas publicitarias —un error muy común de quienes piensan que pagando está todo solucionado—, pero sí que conviene tener un plan: trabajar el SEO básico, compartir tu web en redes sociales mediante publicaciones que generen interés, publicitar tus servicios mediante un blog que muestre artículos que puedan servir de gancho para posibles clientes/as, enlazarla en tus tarjetas de visita y tus dossieres, incluirla en tus correos electrónicos… Todo esfuerzo, por pequeño que sea, si es constante va a multiplicar la visibilidad de tu negocio.
Tu web debe ser un activo, no un lastre
Los errores que hemos repasado no son fruto de la mala intención, suelen ser fruto del desconocimiento. La mayoría de pymes y autónomos arrancan su web con lo que tienen a mano, en muchos casos porque comienzan con poco y no disponen de presupuesto para más, y es comprensible. Pero la clave está en no conformarse, y entender que cada mejora que hagas en tu web es una inversión en confianza, visibilidad y ventas.
La consigna es que una web no tiene por qué ser perfecta desde el primer día, pero debe evolucionar contigo. Corrigiendo estos errores comunes, conseguirás que deje de ser una carga y empiece a convertirse en el aliado estratégico que necesita tu negocio.
En webCBZ ayudamos a pymes y autónomos a crear webs profesionales que evitan todos estos errores desde el principio. Si estás pensando en mejorar la tuya o montar una desde cero, contáctame. Pensaremos en la mejor solución para que tu negocio tenga la web que merece.
📸 Imagen: Sarah Kilian en Unsplash